Su poder es ilimitado, y su albedrío sobre la naturaleza y los hombres es infinito. Amenaza y castiga por doquier por violar el orden moral antedicho, pero podría perdonarlos si se reforman. En caso de persistir en el error, destruirá a todos los malvados en un cataclismo que Amós llama "El día de Yahvéh".
El de Amós es un mensaje de terror, amenaza y castigo, pero también de perdón, redención y amor. El único medio de salvación es la conversión a la fe verdadera. Si Oseas es el profeta del amor, Amós es el de la justicia, terrible e inexorable, de Dios.